La perfección hecha OVUM
Lo encontró Mozart según componía, lo buscó Da Vinci cuando pintaba, Miguel Ángel lo utilizó en su David y es parte fundamental de la arquitectura griega en el Partenón. El número áureo está presente en la naturaleza desde que la conocemos y el ser humano lo ha replicado en todas las artes buscando belleza y perfección.
Este número místico que desde la época de los griegos ha rodeado nuestra historia se representa con una explicación simple: si se divide un segmento en dos partes, el total del segmento entre la primera parte es igual a la primera parte entre la segunda. La perfección representada en las matemáticas. La belleza en la naturaleza, entendida desde un punto de vista clasicista.
Ahora, Taransaud, una de las tonelerías de referencia con las que trabajamos, lo ha llevado a la madera. Desde 2010, en ese camino a la excelencia por el que nosotros también queremos viajar, estos maestros de la madera doman las duras tablas de sus mejores robles respetando las distancias del número áureo para conformar un nuevo recipiente para grandes vinos. El OVUM es una tina o foudre de madera con forma ovoidal hecha en busca de los mejores beneficios para la crianza del vino tinto.
El 20 de diciembre de 2018 llegó a nuestra bodega Pago de Carraovejas esta joya con la que envejecimos una parcela especial de esa magnífica añada. ¿Su principal beneficio para la crianza? El flujo de energía por convección: la forma de «huevo» le ofrece al movimiento que se produce por distintas temperaturas en un líquido un alcance total sobre el vino del depósito. Esto, frente a las tradicionales tintas o depósitos con aristas donde el líquido puede permanecer estanco, permite que haya un ‘batonage’ continuo y una menor oxigenación del vino.
Ese ‘batonage continuo se da por ese flujo de energía por convección. En distintas temperaturas o cuando un proceso como la fermentación maloláctica está sucediendo, el vino se mueve continuamente en la zona baja, imposibilitando que las lías se asienten en el fondo. Ese removido relajado y natural genera unas características especiales en el vino, aprovechándose al máximo una uva que durante todo el año anterior se ha mimado en viñedo. Además, gracias a que el movimiento es continuo, no hay que abrir el OVUM para hacer este batonage, con lo que la oxigenación es mínima.
Ese 20 de diciembre todos los empleados recogíamos nuestra cesta para celebrar la Navidad. Los compañeros ya jubilados aprovechaban la visita para, de la mano de nuestra directora técnica, Almudena Calvo, conocer todas las mejoras que habíamos implantado ese último año en la bodega. Mientras tanto, empezábamos a llenar el nuevo OVUM con una parcela que empezaba su camino de envejecimiento.
En Alma Carraovejas entendemos que ese OVUM es una parte de ese zapato que necesitamos para seguir dando pasos. La perfección áurea hecha matemáticas y las leyes de la física aplicadas al vino para elaborar cada año una mejor expresión de lo que somos. Porque, siempre, el mejor vino está por llegar.