Nuestra bodega: arquitectura funcional al servicio del mejor vino y del enoturismo en Peñafiel
Ahora que la Ribera del Duero cumple 35 años como Denominación de Origen es un buen momento para hacer un pequeño repaso sobre el crecimiento que ha vivido nuestra bodega durante todo este tiempo, también, en sus instalaciones.
Durante nuestras 25 vendimias hemos visto como una pequeña nave que aglutinaba, prácticamente en sí misma, elaboración, crianza, comercialización y administración ha ido dejando paso, paulatinamente, a espacios más diáfanos, sostenibles, integrados con su entorno y que persiguen un objetivo claro: mejorar la calidad de la producción y elaboración de nuestros vinos.
Fernando Zaparaín y Eduardo García, arquitectos de Amas4 Arquitectura, han sido parte indispensable del desarrollo físico de la bodega. Con ellos hemos compartido un pequeño viaje por la historia de Pago de Carraovejas: desde que, a modo anecdótico, recordaban cómo nuestro director general, Pedro Ruiz, jugaba de joven por las explanadas de las actuales instalaciones hasta los últimos desarrollos energéticos, pasando por la integración de volúmenes y formas en el paisaje.
Durante nuestra charla Fernando Zaparaín destacaba que “No hemos querido crear un edificio que pareciera una bodega sino que tuviera unas referencias más indirectas”. Ahora ya sabéis el porqué del singular color de nuestras fachadas; una referencia al color de vino cuando se extiende por una superficie plana. También es reseñable el diseño de nuestros interiores en madera de roble, que recuerda a nuestras barricas y la sala de crianza. Del mismo modo, el vidrio de las botellas se refleja en grandes superficies acristaladas que cierran el espacio mientras dan sensación de amplitud, a la que vez que permiten disfrutar del paisaje.
Otro de los aspectos más destacados es la orientación de nuestras oficinas y de nuestro nuevo Restaurante Ambivium: Eduardo García señalaba que “la decisión de que la bodega mirase hacia el Castillo de Peñafiel estuvo desde el principio” ya que nos ofrece un punto de vista inédito. El estudio de arquitectura siempre quiso dar una importancia capital a la luz y la integración con el entorno. Nuestros compañeros de elaboración, producción y embotellado disfrutan de espacios diáfanos que reciben luz natural indirecta para facilitar su trabajo y eliminar esa connotación de oscuridad que se suele tener de una bodega.
Enoturismo en Peñafiel
Los 25.000 metros cuadrados de instalaciones con los que contamos actualmente están destinados a mejorar todos los aspectos de la producción de nuestros tintos y a ofrecer la mejor experiencia de enoturismo al visitante. Para ello, además, se ha dado una importancia capital a la sostenibilidad en el consumo energético: el grosor de los muros, el espesor de las cubiertas -algunas de ellas vegetales- , la orientación o la utilización de grandes zonas enterradas “se han demostrado que funcionaban mejor de lo esperado” en cuanto a esta racionalización energética, en palabras de los arquitectos.
Por otro lado, Fernando y Eduardo ponen en valor el modelo de crecimiento de Pago de Carraovejas ya que desde sus inicios ha girado en torno al producto: “siempre ha habido vino, lo demás ha venido después” señalan. Las instalaciones, el enoturismo, la creación de puestos de trabajo, la investigación, etc. son el reflejo de esa apuesta por hacer un vino de calidad y de la cultura por el detalle.